.

.

...

...



PARA COMPRAR ESTE LIBRO:
Comunicarse vía electrónica a:
gomez_ramiro@hotmail.com
También a la venta en la librería de la ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA (ENAH).
Costo: $250.00

viernes, 4 de octubre de 2013

Texto de la presentación del Mtro. Alejandro Gabriel Emiliano Flores


Presentación en la Maestría de Pastoral Urbana
Universidad Católica Lumen Gentium
2 de octubre de 2013
Alejandro Gabriel Emiliano Flores
 
Imaginarios, vínculo y religiosidad.

A propósito de religiosidad popular. Presentación de libro “Los Divinos entre los humanos”

“Los Divinos entre los humanos”… el título de este libro me hace recordar una película de hace 17 años aproximadamente, un pasado reciente para mi memoria aunque, quizá para algunos de ustedes, sea un material muy lejano. Me refiero a “Santo Luzbel” de Miguel Sabido(1996). Una película en donde se muestran las cercanías cosmológicas y religiosas de dos culturas, la náhuatl y la española, pero que, debido a la diferencia de interpretación de elementos simbólicos constituyentes de sus imaginarios sociales, entran en un conflicto irreconciliable respecto a la trascendencia. Un tema sumamente provocador.

Y precisamente el título del libro también resulta provocador en dos sentidos:

El primero, ¿Los divinos? ¿Es posible hablar en plural refiriéndonos a personas ajenas a la Trinidad? Porque cuando se habla de aquellos que han sido considerados modelos de vida cristiana se les denomina “santos y santas” pero ¡no divinos!

El segundo, dentro de la doctrina cristiana se reconoce que la Iglesia está formada tanto por la Iglesia inmanente como la trascendente pero estas “realidades“no precisamente se tocan debido a cuestiones óntico-ontológicas. Cómo es pues que se pueda decir que “los divinos” están entre los humanos.

Esta doble provocación que enfrenta mi mente, también me hace recordar las palabras de Isidoro Berenstain(2007, 12) al referirse a los efectos de la educación que hemos recibido: “Quizá el más notorio o el más impactante es el esfuerzo por ocultar las inconsistencias y mostrar un universo terso y sin fallas. Con solo mencionarlas  surgen actitudes violentas, como si atacara un firme sostén de la subjetividad. Es que se recurre a la violencia para hacer aceptar un mundo sin inconsistencia.”

La respuesta violenta ante las inconsistencias de una cierta cosmovisión se debe a que la reproducción social del estos universos por parte de  grupos, colectivos o sujetos sociales específicos conlleva una gran carga emocional conformadora de un cierto núcleo simbólico que sustenta tanto la identidad social como la cohesión social de dichos grupos y que asegura su subsistencia. Por ello, lo que le importa al sujeto principalmente es creer en los imaginarios colectivos que se han reproducido en su misma persona y que él ha enriquecido mediante su actividad creativa al resignificarrealidades distintas a las tipificadas en los complejos comportamentales contenidos en esos imaginarios ahora sociales. Así que el individuo busca creer que “el mundo es sólido, que las verdades son redondas y por tanto universales”.(Berenstein 2007, 12)

Con todo, la condición situacional de nuestra vida cotidiana se enfrenta, de continuo y permanentemente, al conflicto de las inconsistencias en su universo debido, entre otras tantas cosas, a la modernidad y globalización. Motivos por los que ZygmuntBauman(2003) desarrolló su concepto de modernidad líquida y fragilidad humana, donde todo parece que se diluye, donde todo es reemplazable. Pero ¿por qué se nos escapa la realidad social y el sentido existencial dentro de esta vida cotidiana?

Francisco Castro (2008), hablando sobre Heidegger, dirá que se ha perdido el sentido de la relación con el ser y, ante esta ruptura, nos hemos quedado con relaciones cosificadas. En otras palabras, hemos perdido y olvidado nuestra capacidad de vinculación con aquél otro que es como yo y nuestra capacidad de apego a lo otro en cuanto útiles que muestran nuestras necesidades vitales. Sin embargo, “Lo que vincula a uno con otro declara la inconsistencia de lo individual, de lo identitario, y da a conocer otro panorama del mundo humano. Pero una vez entrevisto este mundo surcado de inconsistencias que abren a lo novedoso, no hay vuelta atrás. Las operaciones de conocer y de pensar se tornan más atractivas, más divertidas y tentadoras ante la eventualidad de descubrir otras posibilidades subjetivas. Éstas hacen retroceder la seducción de la repetición de conceptos, y hacen menos deseable el no pensar” (Berenstein 2007, 12-13)

Con todo esto ¿qué tiene que ver el título de “Los divinos entre los humanos” con la cuestión vinculatoria en un mundo líquido? Pues que la liquidez solo tiene sentido ante la propuesta consumista y desechable de una cultura global y, como si los opuestos se tocasen o fuese por dialéctica hegeliana, surge lo local con su solidez. La relación de los “santos”, reconocidos en la globalidad, no son patronos universales sino vecinos locales que objetivizan la identidad del grupo social al que pertenezco, me enraízan al entorno físico en que vivo, dan firmeza a mi vida mediante jerarquías claras y me permiten reconocimiento social debido a la movilidad social en que se fundan, evitando que me diluya en un mundo desbocado por los cambios tecnológicos.

Pero he aquí una de las inquietudes más ambiguas de la mentalidad de hoy, dirá Bruno Gelati: hacer coincidir sentido religioso y fe. Con esta coincidencia se presenta, en el pensamiento actual, una nueva forma de gnosis que pretende agotar el ámbito de la fe en lo religioso. Porque,aunque la fe sea, en su verdadera experiencia, respuesta a todo sentido religioso, sería impropio crear entre ellos una identidad. El sentido religioso expresa el nivel de la naturaleza última y pretender que la fe sea el éxito de una particular racionalización de este nivel natural equivaldría a una reducción de los dos respectivos ámbitos, homologados dentro de criterios no propios como, por ejemplo, los son el fideísmo racional o, al revés, el racionalismo de la fe.(2001, 37)

De este modo, el texto que nos presenta el Dr. Ramiro Gómez-Arzápalo, nos da acceso a esos mundos no hegemónicos con sus imaginarios concretados en comportamientos específicos que integranlo trascendente y lo inmanentede manera análoga al pueblo de Israel donde Jesús de Nazaret se desarrolló. Los textos dan cuenta de las síntesis cosmogónicas y cosmológicas en donde la presencia de Dios se hacía palpable la materialidad de la cultura para cada integrante de un pueblo, grupo o colectivo. Son investigaciones valiosas para aquellos que desee hallar la Semina Verbi bajo la única condición de no aventurar juicios de valor superfluos sobre la validez ritual o doctrinal de la relación de esta vida cotidiana de seres humanos pertenecientes a comunidades concretas con la trascendencia divina que se nos ha revelado en Jesucristo.

 

Mtro. Alejandro G. Emiliano F.

Tlalpan, D. F., a 2 de octubre de 2013

 



Trabajos citados


Bauman, Zygmunt. Modernidad líquida. México: Fondo de Cultura Económica, 2003.

Berenstein, Isidoro. Del ser al hacer. Curso sobre vincularidad. Buenos Aires: Paidós, 2007.

Castro Merrifield, Francisco. Habitar en la época técnica. Heidegger y su recepción contemporánea. México: Plaza y Valdéz, 2008.

Gelati, Bruno. «El factor religioso.» En Concepto y problema de Dios. Una reflexión filosófica, de Francisco Piñón G., Jesús Oscar Perea G., Verónica Correa M. y Elisa Mora L., 37-47. México: Plaza y Valdés, 2001.

Santo Luzbel. Dirigido por Miguel Sabido. Interpretado por Ignacio López Tarso, Rafael Cortés, Agustín Avilés y Carlos Pichardo. 1996.